viernes, 20 de febrero de 2009

La economía del conocimiento

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Sociedad del conocimiento

Para mejorar nuestro país es lo que necesitamos: economías basadas en el conocimiento, en el crecimiento de nuestro capital intelectual, hagamos que México crezca, implementando programas tendientes al desarrollo del factor más importante: el humano.

Te invito a ver este video:
http://www.youtube.com/watch?v=zLLL2V2q8UA

Adriana Gálvez
Consultora en Desarrollo Humano

LA PERSONA EN LA ERA DEL CONOCIMIENTO


Por: Beatriz Adriana Gálvez Islas

Consultora en Desarrollo Humano

La persona es la substancia de toda Sociedad. En la medida de su y de la filosofía y cultura de su región, tendrá ciertas acciones que la ayuden a su beneficio o perjuicio.

Por mucho tiempo el hombre ha satisfecho sus necesidades de la mejor forma, pero, sólo en los últimos años ha logrado realizar grandes avances en mínimo tiempo y cosas realmente importantes para la Sociedad. La importancia de la persona actualmente, enfocada a la producción de bienes para vivir mejor, se logra entender con las vivencias de la gente en el paso de la economía en la en las diferentes “olas” que señala Alvin Toffler claramente: la primera, como etapa de tecnificación de la agricultura (s. XVII y XVIII), la segunda, como era de la industrialización en la tecnología (s. XVII al XX), la tercera, como tecnificación de la información (segunda mitad del siglo 20), la cuarta de el resurgimiento del conocimiento (finales del s. XX y principios del XXI). Lo que pretendo enfatizar en éste escrito, es cómo las personas en tiempos pasados se han transformado y qué tipo de seres humanos requerimos en la actualidad, sobretodo, en la era de la industrialización del conocimiento.



En la era de la industrialización, se olvidó el concepto de persona; es decir, se olvidó que el ser humano es racional, inteligente, con capacidad creativa y con libertad para tomar decisiones; se trató al hombre como simple herramienta de trabajo, se le dio más importancia a la maquinaria y a los activos tangibles, que al factor intangible que es lo de real valor en la persona; en la era de la información, abrimos muchas puertas hacia la tecnología y nuevas formas de obtener el conocimiento, pero, todavía no aprovechamos el potencial de cada persona, es decir, su conocimiento. A pesar de que en los últimos 20 años, apenas hablamos de la era del conocimiento, todavía estamos pagando los errores del capitalismo y de la industrialización: el olvido de la persona.



Por lo anterior, es conveniente volver a la era del feudalismo, donde la gente aprendía trabajando y trabajaba aprendiendo, pero, tomando en cuenta las características de nuestra época. En palabras de Aníbal Basurto: rescatar a la persona; es decir, tratarla como ser humano; es entrar en el nuevo modelo de la era de conocimiento, bien explicado por Héctor Robles; si hablamos de la era de conocimiento, hablamos de personas, ya que son los únicos seres racionales en el mundo con esa capacidad de conocer, de idear, de crear. Si bien, en la era industrial, el capital tangible, era el valor más importante, en la era del conocimiento, el valor más importante es intangible, es el conocimiento. Se trata de capacitar y educar a las personas en valores, actitudes, conocimientos y habilidades que den como resultado el capital humano, que será implementado en los procesos productivos, en base a las innovaciones y el valor agregado para el cliente, que nos da como resultado el capital estructurado, y así, el capital intelectual será la suma del capital humano más el capital estructurado, o el valor intangible más importante hoy día en la era del conocimiento.



Actualmente, el reto para los Consultores es el precio que estamos pagando por la era de la industrialización, es algo que no podemos cambiar y afecta todavía a nuestras empresas. El reto es cómo convertir a la empresa en una organización del conocimiento, pero, como apenas, últimamente se trata este tema, el desafío es cómo llevarla a su fin. Para saber en qué era de la producción se encuentra cada empresa, es crucial averiguar cómo es la persona que trabaja y cómo es tratada por sus jefes o líderes.



Existen empresas que trabajan como si estuviéramos en la etapa industrial, otras en la era de la información; otras, en el conocimiento. El punto más importante, es averiguar el nivel de conocimiento humano que tienen las empresas, para saber el nivel en que se encuentra. Sin esta investigación, será imposible hacer un trabajo de consultoría organizacional con miras a convertir empresas del conocimiento o empresas inteligentes (Aníbal Basurto). No debemos olvidar, que al trabajar con empresas, tendremos bien claro, que todas nuestras propuestas dependen de la importancia que demos a la persona, a su capacidad, racionalidad y creatividad, aprovechadas en todo su potencial en las nuevas empresas del conocimiento.




Beatriz Adriana Gálvez Islas
Consultora ACERCA


Consultora asociada BEI
agalvez@empresainteligente.com


domingo, 15 de febrero de 2009

RELACIÓN DE PAREJA

Todos deseamos amar y ser amados, es una premisa básica para el desarrollo y felicidad de una persona; pero no todos sabemos cómo amar, muchas veces pensamos que nuestra pareja debe amarnos como nosotros queremos y en la intensidad que queremos, pero esto nunca es así, cada quien es diferente y tenemos diferentes formas de demostrar el amor. Debemos entender algo claramente, el amor no solo es sentimiento, requiere de voluntad y estrategias para fomentar la unión y amor de pareja.
Por otro lado, en las organizaciones existen personas que también buscan la felicidad y el amor en sus parejas y aunque muchos instructores o conferencistas comentan que el aspecto sentimental deben dejarlo en casa cuando entran a trabajar, yo les pregunto a los empresarios, ¿realmente dejan de pensar en sus familias y en su pareja cuando están trabajando?.. Creo que la respuesta es no. De aquí la importancia de que el empresario fomente programas para ayudar a sus trabajadores a sentirse bien en el aspecto familiar y sentimental y les aseguro que su compromiso y rendimiento con la empresa se incrementará.
Los invito a revisar mi presentación publicada el día de ayer 14 de febrero, ahí podrán darse una idea de cómo mejorar nuestras relaciones en pareja.
Adriana Gálvez
Consultora ACERCA
Consultora asociada BEI

Bibliografía recomendada:
En la buena y en la mala. Nancy Van Pelt
Sin reservas. Nancy Van Pelt
Remedios para el desamor. Enrique Rojas
El amor inteligente. Enrique Rojas

sábado, 14 de febrero de 2009

Relación de Pareja

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LA CONSULTORIA EN LA LIBERTAD Y VOLUNTAD DE LA PERSONA

Por: Adriana Gálvez

Consultora en Desarrollo Humano

En todas las épocas civilizadas de la humanidad se ha hablado y escrito mucho sobre la libertad y la voluntad de las personas, que tienen mucha relación con la inteligencia. Por ejemplo, para Sócrates, la persona solamente requiere de su inteligencia para conocer lo bueno y actuar bien. Después, Aristóteles, complementa las ideas anteriores y reconoce que el hombre tiene inteligencia, pero, también voluntad; por tanto, es libre de accionar, de tomar decisiones por sí mismo. Más tarde, Santo Tomás mejoró la filosofía del Estagirita; después, en el siglo XVII, Descartes nos enseña que el hombre sí tiene poder de decisión, pero, su filosofía, tan interesante y centrada en su duda metódica y su frase célebre “Pienso luego existo”, abrió las puertas, para que filósofos posteriores, olvidaran la filosofía realista. Inclusive, filósofos como Spinoza y Leibnitz negaron la libertad y quitaron responsabilidad al hombre, y se atrevieron a decir que la libertad es mera ilusión. Otros como Sartre, exageraron la libertad para asegurar que ésta, es la esencia de uno mismo, para hacer lo que queramos, sin límites de ningún tipo.

En pleno siglo XX, Nietzche llega también al extremo de sostener que el hombre no tiene por qué arrepentirse ni de lo bueno ni de lo malo, que puede hacer lo que quiera sin limitación, ya que es un ser superior. De la misma manera podemos hablar de los fatalistas que enseñan que nada de lo que hacemos depende de nosotros, porque todo está predestinado, otros, como Ortega y Gasset culpan a las circunstancias en la formación de la persona, no tanto a la libertad o a las decisiones que se tomen.

En realidad lo que sí podemos afirmar es que el hombre tiene libertad, desde el momento que puede opcionar y tomar decisiones diariamente y es capaz de accionar correcta o incorrectamente y será responsable de sus actos; por más que digan varios pensadores, que la libertad no existe o quieran quitarle al hombre la responsabilidad de actuar.

Para los consultores es muy importante ver al consultante como un ser humano, racional, inteligente, con libertad y voluntad; estas palabras son determinantes para los cambios positivos de la persona. Se dice en muchas ocasiones que el consultor es un agente de cambio, pero para serlo realmente, creo que debemos tener siempre presentes estas tres premisas:
1. A la persona no se le cambia con una acción directa.
2. La persona solo cambia por sí misma, si quiere.
3. La mejor manera de cambiar a una persona, es buscar estrategias que la hagan conocer otras opciones y así pueda decidirse a actuar.

Muchos consultores cometen el error de llevar guías o manuales de cómo deben ser mejores, cómo cambiar, y asesoran de manera directa sin darse cuenta que si la persona no está convencida no generará cambios. Nosotros como buenos consultores debemos entender muy bien que una cosa es la inteligencia que nos hace conocer opciones y otra muy diferente es decidir entre esas opciones y luego accionar, es decir, tener voluntad para decidir.
Para Enrique Rojas, la voluntad tiene tres elementos: tendencia, determinación y acción. Tendencia para anhelar lo que se quiere, determinación para decidirnos y acción para ejecutar lo decidido.

El consultor debe ser muy inteligente y empático, para saber en qué etapa se encuentra el consultante; probablemente desconozca las alternativas (inteligencia), o simplemente no se decide, o le falta más fortaleza en sus acciones (voluntad); el canalizar la situación de cada uno, será el inicio, pero sobre todo, debe entender que en cada persona, influyen diferentes situaciones y formas de ver las cosas y le afectan también de forma distinta.
El consultor debe ser un guía indirecto ante el cambio de las personas, buscará estrategias adecuadas para su trato. Dependiendo de la problemática o temática a tratar, buscará formas que ayuden a que ellos mismos con su propia inteligencia conozcan, con su propia libertad elijan y con su propia voluntad hagan las cosas requeridas para su perfeccionamiento. A medida que los consultores manejemos de manera adecuada los conceptos de libertad y voluntad en tantas personas y tan distintas seremos realmente “agentes de cambio”.
Adriana Gálvez
Consultora ACERCA
Consultora asociada BEI

FELICIDAD Y EMPRESA


Por: Adriana Gálvez

Consultora en Desarrollo Humano.

Todo mundo sueña con ser feliz. Es una premisa básica de la vida. Desde los filósofos griegos hasta los pensadores modernos se han encargado de buscar una fórmula infalible para decirle a las personas cómo ser felices. En esa búsqueda pocos han tenido éxito. Se aborda un tema complejo, como compleja es la gente. Sin embargo, la mayoría de los pensadores han compartido en sus búsquedas un principio básico, que es indispensable para obtener la felicidad. Y éste es saber qué hacer con nuestras vidas.
Hay varias formas de darle un rumbo a los actos que desarrollamos. La más sencilla es enfocarlos en un proyecto de vida que integre los objetivos más importantes que perseguimos como personas. Se trata de darle una proyección a nuestras ilusiones y pensamientos; de tener objetivos bien planteados en las diferentes áreas del ser humano: La profesional, la familiar, la intelectual, la espiritual, la económica y la social. La felicidad se da en la medida en que sabemos combinar satisfactoriamente dichas facetas.

Un problema de vida.
Cuando la vida de las personas carece de sentido se pierde la posibilidad de encontrar la felicidad. A pesar de que hay quienes logran vivir en opulencia material, con lujos y un entorno sin necesidades económicas, en el fondo no logran conseguir la verdadera felicidad.
Aún cuando estas personas aseguren ser felices, su situación asemeja a la felicidad que siente alguien bajo la influencia de una droga: Es artificial y pasajera.
La felicidad se alcanza, en primer lugar, conociendo lo que somos, las capacidades y talentos que tenemos, y desarrollándolos de acuerdo a un fin trascendental. Y es que la felicidad es la vocación fundamental del hombre, su primera inclinación y hacia la que apuntan todos sus esfuerzos, aún en las situaciones más difíciles y complejas. La felicidad es, pues, el desarrollo constante y el alcance de la plenitud existencial de las personas.
Si entendemos estas ideas, no es de extrañar que muchos individuos vivan frustrados por muchos años, debido a que no lograron alcanzar ciertos objetivos que fueron planteados por ellos mismos.

Felicidad y empresa.
Mucha de la apatía y la falta de empeño que priva en las empresas se debe a que el empleado no es feliz laborando en lo que hace. Cuando las personas se enfadan haciendo su trabajo diario y no aceptan lo que son, hay un problema que llega a afectar el funcionamiento del negocio.
Si se pretende que el empleado cambie su forma de pensar yendo de una óptica pesimista a una actitud feliz, lo que se debe hacer es ayudarlo a conformar un plan de vida. Y ello es sencillo. Basta con ayudarlo a encontrar sus mejores aptitudes personales y profesionales, planificar las metas precisas y dotarlo de las herramientas necesarias para conseguirlas.
La previsión es clave sustantiva para encontrar la felicidad. Quien vive sus éxitos producto de una adecuada planificación, los saboreará con mayor gusto.

Si se quiere que la empresa coadyuve a la felicidad de sus empleados se deben de tomar en cuenta:
· Programas tendientes a la formación de la persona.
· Programas de valores éticos que se encaminen a la misión.
· Motivación e incentivos hacia la misma capacitación integral y hacia el trabajo.
· Servicios al personal que apoyen los proyectos de vida de todos los trabajadores.

Caminando hacia la misión empresarial.
La empresa debe de ser partícipe de la felicidad de su capital humano. Si un directivo encamina a sus trabajadores en un sendero de valores bien definido, acorde a los proyectos de vida de éstos, la misión del negocio se verá cristalizada cotidianamente.
Un empleado feliz es competitivo, productivo y arroja resultados de calidad. Para obtenerlo es necesario invertir tiempo y formación. Por ellos se concientiza a la gente sobre su dimensión personal y profesional, y se le habilita para ser exitosa.
No hay que perder de vista que el empleado más feliz no será el que gane más dinero, tenga mejor oficina o lugar de trabajo, si no aquél que disfrute más la labor que se le haya encomendado. De otra forma: No es más feliz quien más tiene sino quien sabe disfrutar lo que tiene, desarrollando a plenitud su existencia y su ser.
Adriana Gálvez
Consultora en Desarrollo Humano